jueves, 2 de marzo de 2023

Coco, campeón del mundo - El final

Caminamos hasta el subte (pasamos previamente por el kiosko a comprar cerveza y cigarrillos para Gaby). La calle era puro festejo. Todos cantando y vistiendo los colores de la bandera. Subimos al subte y los cantos siguieron durante todo el viaje. Aproveché que unas chicas se estaban pintando la cara y les pregunté si me pintaban a mí también. Por suerte dijeron que sí sin problemas. Nos bajamos en Callao porque la formación no llegaba hasta la 9 de Julio. De hecho creo que ese fue el último que salió. Si en Villa Urquiza había mucha gente, no se pueden imaginar lo que eran las calles del centro. Caminamos hasta que al fin llegamos. Había gente por todos lados, en la calle, en la vereda, en los árboles, arriba el techo del metrobus y hasta arriba de las lámparas. No sé por qué los argentinos tienen esa necesidad de subirse a lugares altos para festejar. Nos compramos una cerveza más, y nos quedamos mirando todo. Le dije a Gaby que era algo que no nos íbamos a olvidar más. Y espero que así sea. Nos quedamos ahí un buen rato y después nos desplazamos, no me acuerdo por qué. En el medio encontramos un grupo de chicas haciendo carpita para hacer pis. Gaby aprovechó la voleada. Yo no pude, aunque mi vejiga ya me estaba pidiendo liberación. Dimos la vuelta y llegamos al teatro Colón, al que le habían colgado una camiseta gigante de Argentina que decía “campeones”. Avanzamos por la 9 de julio, cantando y saltando. En el medio nos encontramos a un excompañero del colegio que nos dio un abrazo. A eso de las ocho le dije a Gaby que ya era hora de pegar la vuelta, pero no quiso. Le insistí un poco más y nada. Mi vejiga no iba aguantar mucho más. Por suerte en un momento me dijo si quería ir al MC a hacer pis. Le dije que sí, así que avanzamos un poco más hasta Corrientes. Era imposible cruzar para el otro lado. Entonces encaramos por la calle de los teatros en dirección a nuestra casa. Por mis adentros me alegré porque nos estábamos alejando, lo que significaba que ya era hora de volver, aunque esos no eran los planes de Gaby. Cuando se dio cuenta y se resignó, me dijo que hiciéramos la cola para entrar a una pizzería así podía hacer pis finalmente. Por suerte, si bien la cola era larguísima, iba superrápido. Por lo tanto, después de unos quince minutos de espera pude liberar la vejiga. Aprovechamos para comer algo ya que lo último que habíamos ingerido eran los quesos del mediodía. Lamentablemente solo aceptaban efectivo y nuestro capital era de quinientos pesos. Por lo tanto, solo pudimos comprar una porción de muzzarella para cada una. Suficiente para engañar el estómago por un rato. Salimos de la pizzería y comenzamos a caminar porque no había ningún medio de transporte. ¿Llegaríamos hasta Villa Urquiza? En el medio del camino me mensajeé con Silva, mi mejor amigo que también había ido a festejar, pero con el cual no pudimos encontrarnos en el Obelisco porque había tanta gente que no teníamos señal. Me dijo que estaba cerca de donde estábamos nosotras. Por lo tanto, decidimos esperarlo. Vino con otro compañero del colegio, que nos despidió en ese punto porque su familia lo estaba esperando. Caminamos, caminamos y caminamos. Yo ya estaba cansada, tenía sed y hambre así que lo llamé a Martín para que nos viniera a buscar. Me dijo que sigamos caminando por Corrientes, que en algún momento nos iba a cruzar. Eso hicimos. Mientras tanto Silva y Gaby hablaban de bandas y programas que les gustaba y de los cuáles yo no tenía ni idea de su existencia. A medida que nos alejábamos, la gente disminuía, pero la ciudad seguía con el mismo espíritu. Finalmente encontramos a Martín y a Galán en el camino. Lo abracé y le di un beso ya que no habíamos podido festejar juntos. Nos subimos al auto y decimos hacer un automac, pero cuando llegamos había una cola kilométrica de autos. Entonces nos fuimos a comer una pizza cerca de nuestro colegio. En la mesa se pusieron a hablar de lo que fue el mundial. Yo me hundí en mis pensamientos. Cuando terminó la cena, cada uno se fue para su casa. Lamentablemente al día siguiente no fue feriado como todos deseábamos, pero fue un día totalmente improductivo. Toda la Argentina se pasó mirando fotos y videos de lo que había sido el día anterior. Por suerte sí fue feriado al día siguiente porque llegaban los jugadores y al presidente le pareció que el pueblo se merecía salir a festejar con ellos. La idea del martes 20 de diciembre, era que la selección diera una vuelta por toda la ciudad arriba de un micro descapotable. Digo era, porque hubo tanta, pero tanta gente (5 millones de personas específicamente), que el micro solo pudo avanzar 20 kilómetros en cuatro horas. El equipo se terminó yendo en helicóptero a la AFA después de que dos flacos saltaran al micro desde un puente. Uno cayó adentro y el otro terminó en el asfalto. Lo mejor que quedó de ese día fueron los videos y los memes. Ver a semejante cantidad de gente fue impresionante. Ver a Scaloni borracho, muy gracioso. Los memes creo que nunca terminaría de mencionarlos, pero principalmente fueron sobre cómo se quemaron los jugadores por no haberse puesto protector solar. A eso de las cinco de la tarde la gente se empezó a desconcentrar y de a poco se terminaba la emoción de los últimos días. Cuando llegó la noche, Coco que todavía estaba en la Tierra, se sintió conforme por lo vivido y decidió que ya era hora de partir. Recorrió la casa una vez más, subió para darle un último beso a Gaby y se fue caminando despacito al paraíso de los perros.