miércoles, 30 de septiembre de 2015

¿A dónde irías si quisieras desaparecer? II

Camila abrió el placard y rápidamente metió toda la ropa que le pareció necesaria en el bolso.
Con un nudo en la garganta escribió con letra desprolija un “Me fui” y lo dejó en la mesita del teléfono, solo por si acaso. Desenchufó todos los electrodomésticos, cerró todo con llave y se subió al auto ágilmente. Se puso el cinturón de seguridad y luego de respirar hondo arrancó.
Nunca había hecho nada semejante. Ni siquiera se había rateado alguna vez en el colegio. Pero ahora lo necesitaba. Lo necesitaba como nunca. Tenía que desaparecer, por primera vez en su vida tenía que hacer algo sin preocuparse por nada más que ella misma.

Comenzó a andar haciendo el mismo camino que tendría que haber hecho si se hubiera tomado el tren a la mañana pero esta vez el destino era otro. Encaró para la ruta y manejó un par de horas tratando de poner su mente en blanco pero era algo imposible, su pecho se llenaba de angustia cada vez más y más, trató de controlar la situación pero no pudo más. Frenó el auto en la banquina y se puso a llorar. Las lágrimas le comenzaron a caer por las mejillas como si fuese una lluvia torrencial. La cabeza le empezó a latir con mucha fuerza y empezó a dudar. ¿Estaba haciendo lo correcto? Quizás sí, quizás no. Pero ya había llegado hasta ahí y tenía que seguir, tenía que volver a sentirse viva. Se secó las lágrimas, volvió a respirar hondo y pisó el acelerador. Todavía le quedaban algunas horas de viaje. 

lunes, 21 de septiembre de 2015

¿A dónde irías si quisieras desaparecer?

Camila bajó a la estación Aristóbulo del Valle, sacó su boleto y se desplomó en uno de los viejos bancos. Cerró sus ojos y disfrutó de la brisa primaveral que suavemente golpeaba su rostro. Que cansada se sentía. 
Faltaban solo unos meses para terminar el año y ya sabía que su balance sería negativo.  
En su cabeza dos deseos se iban alternando continuamente: volver a sentirse feliz y desaparecer. 
La bocina del tren la despertó de su ensoñación. Eran las 12:02 cuando todos comenzaron a subir dejando la estación completamente vacía. 

Al Belgrano Norte se lo reconoce por su color rojo y se caracteriza por su buen servicio pero sobre todo por tener siempre a alguien colgado en el estribo. 
Camila se lo toma todos los días. Cuando logra sentarse goza del paisaje, es que en tan solo 17 minutos puede admirar casi la mitad de la ciudad. 
12:19 el tren entró a la estación de Retiro. Cuando por fin frenó todos bajaron y comenzaron a caminar por el anden formando largas e interminables filas. Había hombres altos y bajos, mujeres gordas y flacas y niños rubios y morochos, pero ninguno de todos ellos era Camila.