miércoles, 28 de marzo de 2018

10 años ¿Cambian la historia? III

Pasaron los días y finalmente llegó el momento de hacer la muestra de fin de año, que salió mejor que nunca. Para festejar hicimos una gran fiesta en la que nos emborrachamos y bailamos hasta que salió el sol. Con él estuvimos pegados toda la noche y hasta quedamos bailando solos y jugando a hacernos preguntas, pero como siempre, no pasó nada. Cuando volvíamos en el auto le dije, en chiste, que ya no nos íbamos a ver más porque los ensayos habían terminado y no íbamos a volver a coincidir en las clases. Así fue como al día siguiente recibí un mensaje de él preguntándome si quería salir. “Sos muy grande para mí”, le contesté. Sí, es lo que ustedes están pensando, no logró sorprenderme y eso hizo que mi lucha interna la ganara la maldita razón. Por suerte, como todos saben, una batalla no es la guerra y mi corazón tuvo una revancha dos semanas después en otra fiesta. Como había sucedido los últimos meses, bailamos toda la noche juntos. “Once Cuarenta” ya se había vuelto nuestro tema, ese que cada vez que sonaba hacía que bailemos bien cerquita, mirándonos y sonriéndonos con muchas ganas. Esa noche nos abrazamos, pero no me alcanzó, necesitaba saber si había tomado la decisión correcta, por eso decidí irme antes de la fiesta sabiendo que él iba a ir detrás de mí. Y así fue. Caminamos agarrados de la mano como quien no quiere la cosa y cuando llegamos a la parada lo miré casi suplicándole que lo hiciera, hasta le tiré un poquito de la manga del sweater (Si, leyeron bien, tenía puesto un sweater en pleno diciembre).  Él simplemente me miró con mucha intensidad, me acarició la cara, se mordió el labio y me dio ese tan esperado beso. Es difícil describir lo que sentí, pero me hizo entender que para poder estar con él primero tenía que resolver algunos conflictos internos. Dejé pasar algunos días para hablarle y explicarle todo. Le dije que no era el mejor momento para que estuviéramos juntos ya que estaba teniendo un mal año y no me sentía bien para estar con nadie. Obvio que la relación se enfrió bastante, pero por suerte no me dejó de hablar por completo ¡Hasta fue a mi muestra de teatro! Ahí conoció a mi familia y todos  estuvieron de acuerdo que era un chico que les gustaba para mí y me preguntaron por qué no salía con él. ¡Si supieran! Dos días después, como para coronar un año lleno de eventos desafortunados, tuve que ser operada de apendicitis. Fue una cirugía muy sencilla, pero que me dejó dolorida varios días. Es raro lo que voy a decir, pero a pesar de todo, ese dolor físico que sentí fue como una pequeña sanación de mi alma.




miércoles, 21 de marzo de 2018

10 años ¿Cambian la historia? II

Con el correr del tiempo, el grupo cada vez se hizo más unido y nosotros dos también. Siempre volvíamos juntos de los ensayos y disfrutábamos de la compañía del otro.  Un día llevamos nuestras charlas de entre tiempo a conversaciones privadas por Whatsapp y, al igual que en persona, hablábamos de todo, solo que como no nos veíamos las caras, me animaba a contarle un poco más. Le dije que sentía que estaba caminando en arenas movedizas, que todo a mi alrededor se estaba derrumbando y sobre todo que me sentía muy sola. También le conté que había estado muy enamorada de alguien, pero me había lastimado tanto que sentía que ya no podía querer a nadie más. Él siempre sabía calmarme, me contaba sus experiencias y me hacía sonreír. Así fue como empecé a mirarlo con otros ojos y me di cuenta de que él ya lo hacía. Si hubiéramos tenido la misma edad, quizás todo hubiera sido más fácil, pero esos diez años de diferencia me hacían dudar mucho. Estábamos en etapas diferentes de la vida y así iba a ser constantemente. Cuando estábamos juntos nos llevábamos bárbaro y eso no lo podía negar, pero ¿sería lo mismo en una relación? “Si no probás nunca lo vas a descubrir” dirán ustedes y por eso mismo, un día me dije que, si él me quería conquistar, yo no me iba a resistir. El tema era que, para hacerlo, tenía que sorprenderme, cosa que no era trabajo fácil o sí, depende de cómo se lo mire. Yo necesitaba que hiciera algo que me descolocara, algo que rompiera con todas mis estructuras y me hiciese tomar la decisión de dar ese gran paso. 

miércoles, 14 de marzo de 2018

10 años ¿Cambian la historia? I


Nos conocimos en las clases de salsa, o mejor dicho armando la coreografía de fin de año ya que como íbamos diferentes días nunca nos habíamos visto más que por fotos. Él era rubio, alto, lindo, extremadamente gracioso y… diez años mayor que yo. ¿Y qué? Dirán ustedes. No se preocupen, yo me hice la misma pregunta muchísimas veces, solo que cuando tenés 22 y estás pasando el peor año de tu vida, la perspectiva de las cosas cambia un poco, pero si les parece bien les cuento un poco mejor como se fueron sucediendo los hechos.
Como les contaba anteriormente, nuestra historia comenzó cuando todos los viernes a la noche viajábamos unos 40 minutos para practicar la coreo de fin de año. En los primeros ensayos todavía no teníamos tanta confianza, ni nosotros dos, ni el grupo en general ya que, si bien íbamos a las clases y a algunas fiestas, como todos saben, generar una amistad lleva un poco más de tiempo o un punto de partida. El nuestro fue un asado que surgió como quien no quiere la cosa y en el que terminamos festejando el cumpleaños de él. Comimos, bailamos, cantamos, la pasamos tan, pero tan bien y se generó tan buena onda entre todos que lo que siguió después fueron prácticas llenas de risas, diversión y mucha cerveza. Quiero aclarar que este último dato no es menor ya que gracias a ella fue naciendo nuestro amor. No me malinterpreten, no quiero decir que nos emborrachábamos en cada ensayo y así fue como nos acercamos. En realidad, fue todo lo contrario. Comenzamos a acercarnos en los tiempos muertos en que los demás iban a comprar la cerveza. Charlábamos de todo, de lo que nos gustaba hacer, de nuestra familia, de nuestras metas y ambiciones y así, de a poquito, fue metiéndose en lo más profundo de mi alma que, en ese momento, tenía una herida muy grande.