domingo, 19 de junio de 2016

24 horas en París con un mimo. Parte 3

Entramos a Notre Dame con un contingente chino porque se ve que al mimo le pareció que era algo muy normal que dos occidentales estuvieran viajando por el mundo con un grupo de 50 orientales.

En fin, una vez adentro no pude más que quedarme parada y admirar semejante construcción. Es increíble como hay personas que tienen el talento de crear algo tan magnífico. 
-         -  ¿Sabías que tardaron en construirla 182 años? Le dije al mimo mientras seguía mirando todo a mí alrededor.
Me dijo que sí con la cabeza pero la verdad es que no me estaba prestando mucha atención. Observaba todo como si sería la primera vez que estaba allí.
-       -   ¿Nunca había venido? Le pregunté un poco confundida.
       Esta vez puso su atención sobre mí y movió la cabeza con un gesto de afirmación pero pude ver en sus ojos que algo le pasaba y lo confirmé cuando bajó la mirada y se puso a actuar una escena del jorobado de Notre Dame en el medio de la catedral evadiendo la situación completamente.

Como no podía ser de otra forma, todos se dieron vuelta a mirarlo y formaron una ronda alrededor de él. Realmente era un actor muy bueno asique dejé  a un lado mis pensamientos y opté por disfrutar de la representación.  Cuando terminó el lugar se llenó de aplausos. El mimo hizo unas reverencias y me hizo señas a mí para que nos vayamos antes de que la seguridad lo sacara a patadas.

Entonces salimos lo más rápido posible y una vez afuera me empecé a reír muy fuerte.
-Sos increíble. De los pies a la cabeza. Nunca pensé que me iba a divertir tanto en una Iglesia.
Él me sonrió y otra vez pude ver que algo le pasaba y esta vez creo que sabía que era.

-         - No te preocupes, todos tenemos una historia que queremos desterrar de nuestra vida pero no podemos porque siempre hay algo, una punta de iceberg, que hace que choquemos y se nos ponga el mundo de cabeza de nuevo. 
Me miró muy sorprendido pero en vez de acceder a contarme algo me hizo uno de sus típicos gestitos.
-          - ¿Qué cuál es mi historia? Si me mostrás un poco más de París quizás te la cuento. ¿Vamos?  

     El mimo me volvió a sonreir compresivo y seguimos caminando andá a saber a dónde.