domingo, 15 de enero de 2023

Coco, campeón del mundo II

 El tercer partido fue contra Polonia. Fue un martes a las cuatro de la tarde, por lo que no nos pudimos juntar para verlo. Yo lo vi sola en casa. Bah, lo vi con Galán, mi perro, que muy interesado no se veía. Este era un partido decisivo. Si perdíamos: Siamo Fuori de la copa. Si ganábamos, quedábamos primeros del grupo y jugábamos contra Australia en octavos de final. Si otro de los equipos del grupo (que no me acuerdo cuál era) tenía determinado resultado, Argentina quedaba segundo y tenía que jugar el próximo partido con Francia, el último campeón del mundo y equipo que nos había dejado afuera en Rusia 2018. Cuando prendí la tele, el partido ya había empezado. Me senté en el sillón con la compu del trabajo y me dejé el “libro cábala” bien cerquita. Antes de empezar mandé una foto de Galán con su camiseta de Argentina y Gaby una de Coco con sus ojos saltones bien atento a los quesitos que estaban sobre la mesa.  Esta vez no leí, pero sí aproveché que nadie me iba a molestar para hacer algunas cosas del trabajo que llevaban tiempo, pero no necesitaban de mi atención. En un momento me fui para la cocina y escuché que los vecinos gritaron gol. Corrí hasta el living, miré la repetición y agradecí que estaba sola porque sino sabía que “por cábala” me iba a tener que quedar el resto del partido en la cocina. El partido continuó y al cabo de un rato Argentina metió el segundo y último gol que lo dejó primero en su grupo y con el pase a octavos de final. Muchos fueron a festejar al Obelisco y muchos otros se reunieron en las esquinas de los barrios. Entre esas esquinas, surgió al Abuela lalala. De a poco la fiebre mundialista fue invadiendo a todos y cada vez se hacía más grande, como una bola de nieve. 


El partido de octavos de final lo vi en Córdoba. Justo ese fin de semana me había ido para allá porque uno de mis compañeros del taller literario nos había invitado a su casa (la casa protagonista de “Asomados al pozo”). Me acuerdo de que cuando me armaba la mochila, me di cuenta de que en todos los partidos que había visto me había puesto un vestido de la gama de los azules. Entonces me guardé otro vestido celeste que tenía para ponerme exclusivamente para ver el partido. Llegamos allá el mismo sábado que se disputaban los octavos. Yo había dormido solo dos horas porque el avión salió a las siete y media de la mañana y previamente había ido a la fiesta de fin de año de mi trabajo. No podía más con mi vida y deseaba más dormir que mirar el partido, pero a la vez sentía que no podía dejar de verlo. Un ratito antes de las cuatro salimos para el restaurant que el dueño de la casa había elegido como sede. Cuando estaba de camino, me di cuenta de que me había olvidado el libro, pero ya no teníamos tiempo de volver. Igualmente me sentía tranquila porque tenía puesta mi otra cábala. Además, como en los partidos anteriores, le había mandado un mensaje a la mejor amiga de Martín, que es vidente. Siempre era un mensaje corto. “¿Ganamos”? y ella me contestaba “obvio”. No preguntaba más. Si bien me gustaba tener la tranquilidad de saber que ganábamos o perdíamos, prefería vivir el partido igual que el resto. Cuando llegamos al lugar, pedimos una docena de empanadas y cerveza. Mientras esperábamos que empezara el partido, mis amigas me mandaron la foto de ellas, sentadas cada una en su lugar. También me dijeron que no me olvidara el libro y les mentí diciéndoles que ya lo tenía conmigo, aunque en realidad estaba descansando sobre la mesita de luz. El partido comenzó y le pregunté a Martín qué pasaba si alguno metía gol en contra. “Se cuenta como gol para el otro equipo”, me respondió y volvimos a mirar hacia el televisor. Me puse a observar a mi alrededor. Todos se veían tan felices. Aunque sea una persona a la que no le gusta el fútbol es imposible no admitir que es un deporte que une. Casi llegando al final del primer tiempo Messi metió el primer gol de la tarde. El restaurant se llenó de gritos de festejo. Le di un beso a Martín. Ese fue el primer y último partido que vimos juntos de todo el mundial. Durante el entretiempo me mensajeé con las chicas. Coco ya se había robado el quesito de cábala así que íbamos bien. Empezó el segundo tiempo y el segundo gol no tardó en llegar. Julián Álvarez, quien se volvería una importante figura del mundial, fue el que lo hizo. La emoción era total. Estábamos a solo unos pasitos de pasar a cuartos. Lamentablemente no pudimos irnos sin goles. En el minuto 77 Enzo Fernández hizo un gol en contra. “Fue por tu pregunta mufa”, me dijo Martín, pero yo sabía que íbamos a ganar, por lo que no le di mucha importancia a su comentario. Finalmente ganamos y pasamos a cuartos de final. Automáticamente entré a Twitter y a Instagram para ver los memes y los comentarios del partido. Creo en este mundial las redes sociales fueron clave para manijear a todo el pueblo argentino. Una vez más, muchos se fueron a festejar al Obelisco y muchos otros con la abuela lalala. Nadie lo quería decir, pero todos pensábamos lo mismo. La Scaloneta estaba imparable y hasta no tener la copa en sus manos, no se iba a detener. 




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