Se había cortado la luz
hacía ya una hora y amenazaba con no volver hasta dentro de un largo rato. Hacía
cuarenta grados de térmica pero eso no impidió que Mauro y sus amigos Lucas,
Juan y Pablo, hagan su reunión semanal.
“La juntada semanal es la juntada semanal. Se hace llueva, nieve o truene. La
única justificación para no hacerla es la muerte.” Decía siempre Lucas para
evitar faltazos por razones menores.
Así es como ese día
todos encararon para lo de Juan sin saber que ese sería la última vez que iban
a estar todos juntos.
- - Días
como hoy deberíamos vivir todos en barrios diferentes. Así por lo menos alguno
tendría luz y nos salvaría del calvario a todos los demás. ¡Este calor es
inhumano!, se quejó Mauro
- - Pero
dejá de llorar mariquita. Yo prefiero mil veces este calor y no estar con
treinta buzos y seguir teniendo frío, le contestó Pablo mientras repartía las
cartas de póker.
- - Para
mí lo de la temperatura es todo psicológico, que quieren que les diga, dijo
Juan mientras levantaba las cartas que le habían tocado. Lo que no es
psicológico es que sin luz no se ve nada y yo así no puedo jugar señores.
- - Eso
de la psicología que decís son todas giladas Juan, si hace calor hace calor y
si hace frío hace frío. En lo que te doy la razón es en que no se ve una goma.
- - Los
años no vienen solos muchachos, dijo Lucas levantándose de la mesa. Hagamos
otra cosa.
- - ¿Qué
querés que hagamos con este calor y sin luz? ¿Hablar de nuestros sentimientos
como si fueramos un grupo de minas? Dice irónico Pablo.
- - No,
yo a vos te veo más metido en un club de bordado o algo así, le retrucó Lucas.
Ya sé, juguemos al juego de la copa.
- - ¡¿Sos
loco vos?! Con los espíritus no se juega, gritó Mauro de atrás.
- - Pero
no me vas a decir que ahora le tenés miedo a los fantasmas Maurito. Hoy estás
más mariquita que nunca eh.
- - Pero
que decís. No es miedo. Es simplemente que con esas cosas no se juegan. Nunca
sabés que puede pasar.
- - Pero
si mi sobrino lo jugó miles de veces y nunca le pasó nada. Se metió Juan. Son
todas imaginaciones tuyas. A mí me gusta la idea. A parte es mi casa y yo digo
que juguemos, si vos no querés quédate ahí sentado y mirá.
Lucas y Pablo ayudaron a Juan a preparar todo
el tablero. Mauro finalmente optó por quedarse como espectador. Apoyaron los
dedos en la copas y comenzó el interrogatorio. El supuesto espíritu era un chico de doce años
que había muerto hacía más de 400. Les contestó todo lo que preguntaron, nadie
indagó sobre nada extraño. Se lo tomaban como un simple juego. Como Mauro veía
que no pasaba nada malo medio que se enganchó y aunque no tocó la copa hacía
que sus amigos pregunten por él.
- - Preguntale
si la semana que viene nos vamos a juntar, dijo en una.
- - No
sé para qué querés hacer esa pregunta si es obvio que sí, le contestó Pablo.
Pero bueno, si te hace feliz le pregunto.
Pablo hizo la pregunta con voz firme y la copa
se movió para el lado del no.
- - Bueno,
¿quien fue el gracioso que hizo la fuerza para el otro lado? Preguntó Lucas.
- - Nadie
hizo fuerza para ningún lado, se movió sola. Le contestó Juan.
- - Entonces
este fantasma está fallado porque todos sabemos que la única justificación para
no hacer la juntada es la muerte.
- - Preguntale
por qué no nos vamos a juntar, dijo Mauro pero justo en ese momento volvió la
luz y todos se levantaron de las sillas.
- - Bueno
muchachos, visto y considerando que ya volvió la luz y que es la 1:30 de la
mañana creo que ya es hora de retornar a nuestros hogares, comentó Pablo.
- - Opino
igual dijo Mauro levantándose de la silla. Eso sí, no te olvides de romper la
copa Juancito.
- - ¿Romper
la copa? Vos estás loco, esta copa era de mi bisabuela.
- - Obvio
que tenés que la tenés que romper, ¿o querés que el espíritu se te quede acá?
- - Pero
esto es todo mentira. Yo no pienso romper nada. Aparte de última si se queda el
fantasma es un chico de doce años. Le preparo el Nesquik y listo. Todos
contentos, dijo Juan en tono burlón.
- - Dejate
de embromar y rompé la copa, dijo Mauro mientras cruzaba la puerta con Pablo y
Lucas para irse.
Cuando todos se fueron
Juan guardó todo, incluyendo la copa, y se fue a dormir pero no volvió a
despertarse nunca. Al otro día lo encontraron ahorcado inexplicablemente con
una corbata.
El espíritu que había
dejado en su casa era un chico de doce años, sí. Lo que no sabían era que hacía
400 años lo habían mandado a la horca por haber asesinado a toda su familia.
Muy bueno !!!
ResponderBorrarY eso q al principio no me convencio mucho .