martes, 10 de septiembre de 2019

Esos Ojos Color Miel. El Final


Cuando te vi no lo podía creer. Tus cicatrices prácticamente no estaban y tus ojos ya no reflejaban lo mismo de siempre. Por eso supe que te pasaba algo. Cuando salí del shock de ver tu nuevo rostro, me hiciste sentar. Me dijiste que esa era la sorpresa que me habías mencionado en Mar de las Pampas cuando nos habíamos encontrado. Me contaste que, en realidad, habías terminado el cuatrimestre hacía bastante, pero que te habías quedado más tiempo para realizarte la cirugía y recuperarte. También me contaste que mientras estabas internado tuviste una compañera de habitación, también argentina, que había pasado por una operación similar a la tuya. Me dijiste que habían tenido una conexión inmediata porque entendían lo que era vivir como si fueran monstruos. También me dijiste que se habían hecho amigos muy rápido y que sin darse cuenta esa amistad había terminado algo más y que ahora estaban juntos. Empecé a sentirme mal, muy mal. La presión me debió haber bajado a tres ese día. Me acuerdo de que tu cara se me empezó a desfigurar. En ese momento y para siempre, el hecho de que prácticamente habías vuelto a tener tu cara de nuevo pasó a un último plano. No entendía qué era lo que me estabas diciendo. No podía ser verdad. No podías decirme lo que me estabas diciendo cuando te esperé durante meses. No podías decirme que estabas con otra cuando me habías prometido que cuando volvieras nadie nos iba a separar. Te odie. Te odié como nunca odié a nadie, Simón. Mientras me pedías perdón, los cables comenzaron a conectarse. Por eso era que siempre me cortabas las conversaciones. Por eso era que empezaste a no responderme los mensajes o me esquivabas las conversaciones. Y yo que pensaba que era que todavía no sabía usar bien Whatsapp, que en ese momento todavía era algo nuevo ¡Qué ilusa! No tenés una idea de cómo me hiciste sufrir. Lloré todavía más que la primera vez que nos separamos. Pensé que nunca me iba recuperar, pero por suerte tiempo después apareció Sebas, que la remó tanto, pero tanto que logró que finalmente me fijara en él y lo quisiera. Aunque nunca lo llegué a amar, hizo que me olvidara bastante de vos, o por lo menos hasta que nos volvimos a reencontrar en Gesell y comenzaran nuestros encuentros furtivos anuales. Maldigo el día que comenzó todo y te maldigo a vos por haberlo iniciado. ¿Por qué me besaste si estabas de novio? ¿Por qué lo hiciste sabiendo que la cosa no iba a terminar en un simple beso? Si te diste cuenta de que lo nuestro seguía intacto ¿Por qué no dejaste a Clara y te quedaste conmigo? Yo lo hubiera dejado a Sebas por vos. Pero no, solo hicimos ese estúpido acuerdo sin sentido: vernos en Gesell una vez al año y después hacer como si no existiéramos Fue muy difícil para mi ese trato. Cada vez que estaba con vos, me quedaba con ganas de más, de tenerte al lado mío, como debería ser. Igual, creo que la peor parte fue cuando te casaste. De verdad, ¿era necesario? ¿Quién se casa a los veinticuatro años? O mejor dicho ¡¿Quién se casa hoy en día?! Ese verano te juro que no pensaba verte. Traté a toda costa de no ir, pero Sebas me insistió demasiado porque ya se había acostumbrado a pasar año nuevo en Gesell y le encantaba. Y si bien terminé yendo, tenía firmemente decidido que no iba a verte, pero como una estúpida volví a caer en tus garras. No pude evitarlo, ni ese año ni el otro ni el otro. Entonces ¿por qué no aparecí este año y tampoco supiste nada más de mí? Lamentablemente no fue porque pude sacarte de mi vida. Es muy difícil contártelo y pensé mucho si realmente quería decírtelo, pero me di cuenta de que era necesario. El verano pasado no me viste porque fui mamá y hace nueve meses estamos viviendo en Madrid. Igualmente, no voy a estar acá mucho tiempo más. Me trasladaron del trabajo y en unos meses ya me vuelvo. Con Sebas terminamos. Con la llegada del bebé me di cuenta de que él se merecía a alguien que lo quisiera de verdad. Así que estamos solos con Camilo (te acordás que te dije que cuando tuviera un hijo le iba a poner Camilo). Es el bebé más bueno del mundo.  Se ríe un montón y ya está intentando pararse. Cuando nació peso 3,525 kg y midió 52 cm. Hoy en día, tiene el pelo medio rubio y los ojos color miel más hermosos del mundo.



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