jueves, 22 de agosto de 2019

Esos Ojos Color Miel V


Cuando te vi entre los árboles de Mar de las Pampas, el corazón me dio un vuelco. Me quedé completamente inmóvil. Ahí estabas, después de un año de prácticamente no saber nada de vos, estabas ahí, en frente de mis ojos caminando con una bolsa de La Pinocha en la mano. Cuando me viste vos también te quedaste paralizado, pero no tardaste en volver a reaccionar y acercarte a mí. Me abrazaste muy fuerte y me empezaste a hacer un montón de preguntas sobre mi vida, pero yo lo único que atiné a decirte fue por qué no me habías avisado que habías vuelto.  Me dijiste que habías vuelto solo por las fiestas, que en unos días ya te volvías porque tenías que terminar la cursada, que no me habías dicho nada porque pensabas darme una sorpresa más adelante. Mientras me hablabas tu voz me resonaba como un eco y todo a mi alrededor giraba en círculos. Por suerte las chicas vinieron a rescatarme, porque si no creo que caía desmayada ahí. Creo que nunca estuviste al tanto de la magnitud de todo lo que me provocabas. Los siguientes días traté de no pensar en vos y de disfrutar mis vacaciones con mis amigas, pero era imposible sabiendo que estábamos en el mismo lugar, en nuestro lugar. Cuando una mañana me desperté y vi que el mensaje que tenía era tuyo empecé a temblar, y cuando leí que querías verme, se me cortó la respiración. Se lo mostré a mis amigas y la mayoría estuvo de acuerdo con que no te contestara, pero ¿cómo resistirme ante una de mis mayores debilidades? A pesar de las quejas y súplicas de las chicas me cambié y salí a tu búsqueda como un perro cuando lo llaman a comer. Estúpida, estúpida, estúpida. Odiaba ser tan arrastrada y odiaba seguir queriéndote tanto, pero que inevitable era. Me pasaste a buscar por Toscana, el hotel donde estaba parando, en 107 y playa. Cuando salí estabas ahí parado, qué lindo que estabas ¡y que ganas de comerte la boca tenía! Caminamos por la avenida 3 porque la idea era volver por la playa. Me acuerdo de que rompiste el hielo preguntándome qué me parecía parar por el centro y te contesté que no había como las playas del sur. Me contaste de tu vida en Inglaterra, de cómo era ir a la facultad en el extranjero. También me dijiste que habías hecho algunos amigos y que, si bien te gustaba estar allá, sentías que tu lugar era acá en Buenos Aires. Yo te conté cómo fue mi último año de colegio, de lo bien que la había pasado en mi viaje de egresados y que en marzo empezaba la licenciatura en Publicidad. Cuando volvíamos caminando por la playa, de la nada me dijiste que me extrañabas. Con solo escuchar esas palabras, la tristeza que se había acumulado en mi alma durante todos los meses que estuvimos separados, se disolvió y todo se llenó de felicidad. Nos besamos mucho, y en cada beso confirmaba una vez más que eras la persona que quería besar el resto de mi vida. Me acompañaste de nuevo al hotel. Nos volvimos a besar y el beso se hizo cada vez más apasionado. No quería que te fueras, o por lo menos no así. Supongo que te diste cuenta de que no te había invitado a pasar para que conocieras el lugar. Mientras caminábamos por el largo pasillo que separaba la puerta principal de la habitación le mandé un mensaje a las chicas para que no aparecieran por un buen rato. Llegamos. Me senté en la cama y te dije que te sentaras al lado mío. Te vi nervioso y seguramente pensaste que yo también lo estaba, pero la verdad es que estaba muy decidida. Los nervios vinieron después, con lo desconocido. Todavía me acuerdo de tus manos acariciándome, de nuestros corazones latiendo con fuerza y de vos cuidándome todo el tiempo. Al fin habíamos tenido nuestra primera vez, esa que, por uno u otro motivo, no se nos había dado en los meses que estuvimos de novios. Obvio que después de estar juntos menos quería que te fueras. Quería congelar el momento para siempre, pero no fue posible. Nos despedimos entre besos, lágrimas y abrazos. “Vuelvo en julio y nadie nos va a separar”, me dijiste mirándome a los ojos. Yo confié en tus palabras. Por eso, cuando seis meses después volviste de novio y con una cara nueva, el mundo se me derrumbó.



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