jueves, 14 de junio de 2018

Media Hora en el VIP

-          No voy a pagar seiscientos pesos para estar media hora en un VIP
-          ¿Por qué estarías media hora nada más? Dale, no seas rata, ya todos dijeron que sí.
-          No es de rata, es tener un poco de sentido común. No voy a pagar tanta plata cuando sé que el VIP me aburre y voy a irme al rato.
-          Bueno, hacé lo que quieras, pero te aseguro que tu pensamiento es totalmente erróneo.
-          ¡Obvio que voy a hacer lo que quiera! Igualmente, cuando llegue te mando un mensaje, así por lo menos te saludo por tu cumpleaños.

Hola, queridos lectores, les pido disculpas por haber tenido que presenciar esta discusión, pero vieron que la opinión sobre los boliches es muy variada: hay gente que los odia, otros que les gusta y otros que los aman. Mi amigo, con el que estaba peleando recién ,es de los amantes, que son capaces de pagar seiscientos pesos por ser una Very Important Person, mientras yo, que pertenezco al grupo intermedio, me conformo con pagar el precio de la entrada y estar con el resto del mundo. ¿Así qué ustedes también son de los míos? ¡Genial! Pueden acompañarme hoy a la noche, entonces. Una amiga viene para casa a hacer la previa, ¡vénganse también!, los espero a eso de las 23:30. ¡Nos vemos!

¡Hola! ¿Cómo están? ¡Que suerte que vinieron! Vengan, pasen, todavía nos estamos arreglando. ¿Qué dicen? ¿Me pongo la pollera negra de cuero con un top de color o el short rojo con un top negro? La primera opción va mejor, ¿no? ¡Bárbaro! Agarren mi celu, pongan la lista de Spotify que quieran, yo voy a terminar de cambiarme. Listo, ya estoy, ¿Alguien necesita la planchita o la guardo? ¿Nadie? Bueno, la guardo. ¿Alguno me arma un Campari por favor? ¡Gracias! Y cuéntenme, ¿ustedes hace mucho no van a bailar? Yo más o menos, últimamente no estoy yendo mucho, pero cada tanto me gusta ponerme los tacos, maquillarme y bailar sin que importe nada más con la música al palo. ¿No les pasa lo mismo? ¡Uy!, ya son casi las tres, pidamos un Uber así después no tenemos problemas para pasar.

Ya llegamos. Vayamos a ponernos en la fila. Che, cada vez hay gente más chica acá, mírenlo a aquel, esa carita no supera los 17 años. Antes, si no tenías más de 21, no pasabas ni de casualidad en este lugar. Eso sí, el montoncito de gente de la puerta va a seguir por los siglos de los siglos, por lo menos ahora con el Whatsapp ya no tienen que estar gritando el nombre del pública para que les dé bola. Siempre me pareció una pérdida de dignidad total hacer eso. Ay, ya estamos en la puerta, ¡qué rápido! Saquen los DNI que se los va a pedir el patova. ¿Entraron todos? Genial, la entrada para las mujeres está $150 y para los hombres $250. Denme la plata así compro todas juntas. ¡Listo! Tomen, vayan entrando. Uff, ¡qué calor que hace acá! ¿Vamos a cambiar la consumición? Hay Fernet, cerveza y vodka con Speed. Yo me voy a pedir un Fernet,  ¿Ustedes? ¿Fernet también? Perfecto.
-          ¡Hola! Fernet para todos por favor. ¡Gracias!
¡Me encanta esa canción! Vamos a bailar a la pista. Síganme y no se pierdan.
-          Permiso, perdón, permiso, disculpame
Acá creo que estamos bien. Le voy a mandar un mensaje a mi amigo para avisarle que ya llegamos. Si en algún momento lo ve, lo saludaremos. ¿La están pasando bien? ¡Genial! Yo la pasaría mejor si esta piba del VIP me dejara de golpear la cara con su pelo kilométrico. ¡Ah, no! ¿Está tirando cerveza? ¡Me está empapando! Voy al baño a secarme, espero que la hayan sacado para cuando vuelva. ¿Me acompañan? Cómo detesto a este tipo de borrachos. Porque el borracho feliz te hace reír, el borracho triste en cierto punto también, el borracho cariñoso puede llegar a ser un poco molesto, pero nunca tanto como el borracho eufórico, que lo único que sabe hacer es empujar, tirar la bebida encima de las personas y gritar como si estuviera solo. ¡Perdón!, necesitaba descargarme, pero que esto no opaque nuestra noche. ¡Saquémonos una foto! ¡Hermosa! Va directo a Instagram. Volvamos a la pista a seguir bailando.

Wow, ya son casi las seis, qué rápido pasa el tiempo cuando uno se divierte y justo me contestó mi amigo. Me dijo que vayamos para el VIP de la entrada que nos va a hacer pasar.
-          ¡Feliz Cumple! Pensé que no te iba a ver. Ya casi nos estábamos por ir.
-          ¡Gracias! Recién me llegó el mensaje, no tengo mucha señal acá. Vengan que los hago pasar.


¿Vieron? Desde acá todo se ve con otra perspectiva. Todos están vestidos iguales y así juntos parecen un rebaño de ovejas moviéndose adentro del corral. Por eso no me gusta estar acá. Desde el lugar de la aristocracia, la plebe se ve ridícula. Sin embargo, acá todo se vuelve más aburrido. Los sillones te invitan a sentarte, lo que deja en segundo plano al primer objetivo del boliche, y los que bailan, lo hacen entre las mesas llenas de botellas de champagne que se van acumulando a lo largo de la noche. Además, si venís de levante, las opciones acá arriba se reducen, no solo porque hay menos gente sino porque todos se comportan como si fueran de la realeza y si uno no se comporta igual, chau. Uff, ¡qué dolor de pies! ¡Y qué sueño! ¿Vamos? Ay, todavía me retumban los oídos. Disculpen, queridos lectores, pero hoy no los voy a acompañar a bajonear. Estoy muy cansada. ¿Qué hora es? 6:30. ¿Vieron? Yo tenía razón. Solo estuvimos media hora en el VIP.


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