jueves, 18 de marzo de 2021

La Última Noche - El Final

 Saludamos al portero y fuimos para el ascensor que estaba al fondo. Subimos unos cuantos pisos y después un par más por escaleras. Cuando entré, me empecé a arrepentir un poco, pero él me volvió a decir que no me iba a pasar nada y me transmitió seguridad. No sé cuánto tiempo habré estado ahí, pero cuando me fui ya estaba amaneciendo. Caminé rápido para el depto y me asomé para ver si estaba Cecilia. Estaba. Me fui para mi habitación, me puse el despertador ya que al otro día me tenía que despertar temprano para terminar de acomodar las cosas e ir para el aeropuerto, y me dormí. A las pocas horas me desperté y cuando me encontré con Cecilia en el comedor, me preguntó dónde había estado. Le conté toda la historia y ella la suya con el chileno. Nos empezamos a reír. Qué forma de terminar las vacaciones. Después de desayunar, me fui a terminar de armar la valija. No saben qué sorpresa me llevé cuando abrí la cartera que había usado a la noche y me encontré con la billetera de Dani alias el Turco. Las palpitaciones comenzaron a aumentar. ¿Cómo iba a hacer para devolvérsela si no tenía su teléfono y lo único que sabía era que se llamaba Dani alias el Turco? Empecé a sacarle todo, alguna identificación tenía que tener. Encontré el DNI. Lo busqué en Facebook, pero no lo encontré. Lo busqué en Instagram y tampoco. Me empecé a desesperar. Salí corriendo a contarle a Cecilia. Se me río en la cara. "Andá a llevársela al departamento", me dijo. "¡Tenés razón!", le contesté y salí corriendo. Cuando llegué a la cuadra, empecé a mirar todos los edificios, pero ninguno me parecía conocido. ¿Qué iba a hacer? Mi avión salía en pocas horas. Entré a uno que me pareció familiar. ¿A qué piso había ido? Me acuerdo que había subido unas escaleras, pero ¿cuántos pisos? Además había algo del hall de entrada que no reconocía. ¿Sería ese el lugar? Me acerqué al conserje. "Disculpe", le dije. "¿Aquí alugan chicos?, le pregunté agradeciendo haberme aprendido esa única palabra en portugués. Me dijo que sí y le pregunté hasta qué piso tenía el edificio. Me dijo un número que no me convenció. ¿Y si le dejaba al señor la billetera y me iba? No, si no era el edificio, el chico iba a perder todas sus cosas. Decidí conservarla y volví a mi departamento. Me senté en la cama e inicié nuevamente la búsqueda en redes sociales. Busqué, busqué y ¡bingo! Finalmente encontré al tal Dani alias el Turco en Instagram. Le mandé un mensaje y rogué que me contestara rápido. Por suerte lo hizo y quedamos en que ni bien terminara de despertarse vendría a buscar su billetera. Más relajada me puse a terminar la valija. Al cabo de media hora me llegó el mensaje de que estaba abajo. Cuando bajé estaba con un amigo. ¿Pensaría que le iba a hacer algo que había ido acompañado? Lo miré bien, era más lindo de lo que me había parecido. Le di la billetera, la abrió y se puso a revisar todo. ¿De verdad podía pensar que le iba a robar algo? ¿Después de darle toda mi confianza el día anterior? Un poco de mala manera, para que viera mi indignación, le dije que había sacado todo para encontrar algún dato suyo, que no faltaba nada. Me miró indiferente y me agradeció. “Sin esto no iba a poder volver a casa”, me dijo y se hizo un silencio incómodo. Le dije que me tenía que ir, me saludó con un beso en el cachete y me deseó un buen viaje. Como él es de Córdoba no lo vi nunca más y aunque lo sigo teniendo en redes sociales jamás hablamos. Lo único que quedó entre nosotros fue una anécdota inolvidable. 



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