Luego de ver el último atardecer de Río, nos fuimos al departamento a bañarnos, comer y prepararnos para la noche. A eso de las 23 ya estábamos listas y nos pusimos a tomar unos tragos antes de ir con la excusa de que no podíamos volver con la botella en la valija. Cuando llegó la hora, partimos para el boliche que quedaba a un par de cuadras y al que ya habíamos ido un par de veces. Llegamos y, al igual que las otras noches, había barra libre. No tomamos mucho porque los vasitos volaban, pero puedo asegurar que esos pocos tragos hicieron efecto. Nos pusimos a bailar y se me acercó un pibe. Era hermoso, argentino y pegamos alta onda. No dimos unos besos y me dijo de ir a la casa, pero me pareció muy peligroso por lo que le dije que no y me fui a seguir bailando. Al rato conocí a otro pibe, sin dudas una noche totalmente ganadora. Este se llamaba Dani, pero le decían el turco y era todavía más hermoso que el anterior, o por lo menos mis ojos borrachos creían eso. Bailamos un rato y también terminamos dándonos un beso. No me juzguen, sé que ustedes alguna vez también fueron jóvenes e hicieron lo mismo. Cuando me aburrí, me fui de nuevo con mi amiga. Ella también estaba con un pibe bajito y morocho riéndose. Me acerqué y el flaco me saludó en portugués. "Hola", le dije sin prestarle mucha atención y le empecé a hablar a mí amiga. "Silvi, ¿no te das cuenta de quién es?", me dijo señalando. "Ni idea", le respondí yo sin darle mucha importancia. "Es Noé, estúpida", me gritó. Lo miré y no lo podía creer. Sin su ropa para el sol y el proyector en toda la cara era otra persona. Me empecé a reír a carcajadas y lo saludé. Comenzó a hablar, pero si ya le entendía poco de día, en el medio del boliche con la música al palo y borracha fue prácticamente imposible. Lo único que sé es que terminamos dando el beso que veníamos esquivando durante toda la semana. Después de eso, seguimos bailando y charlando un rato más, pero me terminé aburriendo. La verdad es que yo prefiero el chamuyo barato de los argentinos. Los extranjeros podrán ser muy lindos, pero no tienen ni un poco de labia. Cuando la noche ya estaba bastante avanzada y tanto Cecilia como yo con un nivel importante de alcohol en sangre, ella vino a decirme que se iba a la playa con un chileno que había conocido. "¿No era que odiabas a los chilenos?", le pregunté. Solo atinó a decir "Shhh" y se fue. A lo lejos me dijo que le prestara atención al teléfono por cualquier cosa. Yo me quedé un rato más y cuando me sentí cansada, decidí irme. En la puerta me encontré con Dani alias El Turco. Me dio un beso y le dije que ya me iba. Me dijo que me acompañaba. Durante el camino empezamos a hablar incoherencias de borrachos. Cuando llegamos a la esquina del departamento, le dije que estaba a media cuadra y el me dijo que también paraba a media cuadra solo que para el otro lado de la manzana. Nos empezamos a reír y a darnos besos que se tornaron cada vez más apasionados. En un momento pasaron dos personas y cuando nos vieron, nos gritaron "argentinos". Es increíble como en todas partes del mundo nos terminan reconociendo. Nos reímos y nos seguimos besando. En ese momento me acordé de que lo había dejado abandonado a Noé en el boliche. Menos mal que ya no lo vería al día siguiente. La voz de Dani alias el Turco me hizo volver en mí. "¿Querés venir a mí depto?, me preguntó. Le dije que no, que era peligroso, que si iba podía llegar a matarme. Se rió y me dijo que no me iba a matar. Le dije que no me importaba, que no iba a ir y trató de convencerme de nuevo. Finalmente sacó su billetera y me dijo que me la daba como prueba de que no me iba a hacer nada. Le dije que podía matarme y sacarme la billetera luego, pero mientras me la guardaba en la cartera, accedí a ir.
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