Queridos lectores, en este capítulo vamos a hacer un
paréntesis de esta historia para hablar de Daniel, aquel chico que les había
contado que me robó un pedacito de mi corazón y que en cierta manera es una
parte importante de esta historia.
El lunes luego de la fiesta en mi casa donde ocurrió
todo lo que ocurrió nos vimos con Daniel en la clase y como no podía ser de
otra manera, pusimos nuestra mejor cara de póker para pilotear la situación,
aunque nuestras miradas lo decían todo. A la salida me esperó en la esquina,
luciendo sus tatuajes y arriba de su moto roja. “¿Te llevo?”, me preguntó y
aunque no me gustaba para nada la idea de subirme a una moto ¿quién puede
resistirse a semejante escena? Me puse el casco y arrancamos. Como le prohibí
llevarme hasta la puerta de mi casa frenamos unas cuadras antes y esta vez fui
yo la que le robó el beso. Una hora después recibí un audio preguntándome si
quería salir con él y sin pensarlo le dije que sí. Si, ya sé lo que están
pensando pero que se yo, Daniel llegó en un momento en el que estaba mejor
plantada, sumado a que sus ganas de llevarse el mundo por delante me
encandilaron por completo. En fin, una semana después tuvimos nuestra primera
cita que fue terrible. Fue tan mala que pensé seriamente en cortarle el rostro,
pero como yo solo pretendía divertirme lo dejé pasar y cuando me volvió a
invitar a salir no pude decirle que no. Así fue como comenzó todo lo que jamás
hubiese imaginado. Con una rapidez casi imperceptible me abrió la puerta y me
hizo un lugar en su vida y yo sin darme cuenta empecé a quererlo. Si escucharon
bien ¡Lo quería! Después de mucho tiempo pude volver a querer a alguien y tengo
que decir que era muy lindo hacerlo. Y no solo logró eso, sino que también pudo
sanar por completo mi alma.
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