Como era de esperarse mi relación con Daniel terminó
inminentemente. Por suerte no pasó mucho tiempo para que pudiera entender que
era lo mejor para ambos y mi corazón cicatrizara. Se ve que así son las cosas
cuando el amor es auténtico. Como ya les había contado, con él charlábamos casi
todos los viernes y en una de esas conversaciones me enteré de que su novia me
detestaba porque conocía nuestra historia, pero sobre todo, porque se daba
cuenta de cómo nos mirábamos cada vez que nos veíamos. No nos malinterpreten,
no lo hacíamos a propósito, era algo inevitable, aunque debo decir que un día
las cosas se nos fueron un poco de las manos. Estábamos en un cumpleaños y él
había ido solo así que aprovechamos a bailar juntos todo lo que pudimos.
Nuestras miradas eran cada vez más intensas. Yo me moría por darle un beso y él
también a mí, pero no ocurrió. Los dos sabíamos que era algo inapropiado y
además ninguno tenía la intención de lastimar a nadie. Lo que no pudimos evitar fue sentarnos uno al
lado del otro al momento de la cena y tampoco pudimos impedir que nuestras
manos se entrelazaran por debajo de la mesa. Mi corazón latía muy fuerte y aún
más cuando al regreso, en el auto, comenzó a acariciarme la pierna. Al llegar a
su casa nos despedimos como buenos amigos y al llegar a la mía, le envié un
mensaje que explotó en sus manos como una granada. “Algún día vamos a
coincidir” decía el texto y para mi sorpresa no solo recibí respuesta, sino que
me contestó: “Ojalá así sea. A mí nunca me vas a dejar de gustar”. Al leer eso
no pude soportarlo más e hice estallar una segunda bomba. Le confesé que
nuestra diferencia de edad me había dejado de importar hace bastante y que el
día de la fiesta en mi casa yo pensaba decirle que me la quería jugar por él.
“No me digas esto”, me contestó y me dijo que si se lo hubiera dicho antes
quizás las cosas hubieran sido de otra manera. “No tenemos que pensar en eso”,
le escribí y continué diciéndole que si la vida nos quería juntos en algún
momento iba a hacer que eso ocurriera, que mientras tanto él tenía que seguir
con su novia y yo con mi vida. Al principio no nos costó mucho seguir adelante.
Como aquel hecho había pasado casi a fin de año, pasó bastante tiempo hasta que
nos volvimos a ver, y si bien nos seguíamos hablando todo fluía con naturalidad.
Él se había ido de vacaciones con su novia, yo con mi familia y al regreso cada
uno siguió con lo suyo. El conflicto comenzó nuevamente cuando su relación
empezó a deteriorarse y a mí, un compañero de trabajo comenzó a seducirme.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario