jueves, 16 de enero de 2020

La Plancha


El reloj marcaba las 18:45 cuando el segundero tocó el número seis y Noelia, la profesora gritó: “1,2,3 ¡va! Todas las mujeres que estaban apoyaron sus antebrazos, levantaron las rodillas y quedaron en la terrible posición de la plancha.

“Treinta segundos, son solo treinta segundos. Si puedo dirigir una compañía, ¿cómo no voy a aguantar treinta segundos?”, se autoalentaba Cecilia.

“¿Si finjo ataque de tos y me voy así me evito esta tortura?, pensaba María

“Sobre que tuve un mal día, voy y vengo a meterme en esta clase. ¿Qué pasa si me levanto y me voy? ¿Alguien me va a juzgar por irme a tomar un helado en vez bajar los kilos que aumenté en el embarazo?  ¿No tengo inmunidad de madre primeriza?, se quejaba Carolina que había pasado toda la noche despierta porque su bebé no paró de llorar.

“Esta plancha maldita no me va a ganar. Hoy no. Hoy puedo con todo.”, se decía Laura que había curado a una nena con cáncer y sentía que podía comerse el mundo.

Sofía respiraba profundo y no pensaba en nada más que evitar que se le cayeran las lágrimas. Hacía menos de un mes había fallecido su mamá y el dolor que tenía en el alma era más grande que el que podía provocar cualquier ejercicio de gimnasia.

“Tengo dos semanas para bajar la pancita antes de las vacaciones. Tengo que aguantar, son solo treinta segundos”, se ordenaba Catalina.

Yamila miraba a todas sufrir y transpirar. “Si supieran lo que es el verdadero dolor, esto les parecería una pavada”, pensó y rápidamente se volvió a enfocar en cómo hacer para no pasarse otra vez con la sal cuando preparara la cena. No quería recibir otra paliza de su marido.

Romina la miró a Yamila, ¿cómo hace para aguantar sin que se le caiga una gota de transpiración? Seguramente lo único que hace es ir al gimnasio, criticó Analía.

El segundero llegó al doce y la profesora pronunció la palabra mágica: “descansen”. Todas se desplomaron en la colchoneta aliviadas, pero cuando Noelia les dijo que se preparen para una segunda tanda, todas gritaron al unísono un fuerte “¡No!”.



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