martes, 7 de julio de 2020

Amor en Tiempos de Coronavirus X


Al día siguiente para Lucía fue imposible concentrarse en el trabajo. No podía parar de pensar en Agustín. Quería verlo. A Agustín le pasaba lo mismo. Se lamentaba que no hubiera pasado nada en aquella cita. Durante toda esa semana hablaron sin parar. Él no paraba de piropearla y ella de ponerse colorada. “Basta. Estoy en la oficina”, le suplicaba ella. “Muero por verte de nuevo”, le decía él. Finalmente, el encuentro sucedió ese sábado. A la noche tenían el cumpleaños de uno de los chicos de curso. Él le había dicho si lo podía acompañar a la tarde a comprarse una remera. Ella le dijo que sí. Le preguntó si la pasaba a buscar, pero le contestó que prefería que de día no lo vieran por su casa. Nadie de la familia de Lucía sabía que estaba saliendo con él. “Paso yo por tu casa y vamos”, le dijo y a eso de las cuatro de la tarde estaba de pie en la puerta de su casa preguntándose qué estaba haciendo ahí. Agustín le abrió la puerta y sonrieron. Ella le dio un beso tímido en los labios y entró. Caminaron por un pasillo largo y cuando entraron al living, él la besó apasionadamente. “Vení, vamos al cuarto”, le dijo después. Ella lo siguió y por fin sus cuerpos se unieron. Por primera vez desde que había cortado con su ex, Lucía se sintió relajada con alguien. Hasta se dejó abrazar cuando terminaron. Jamás se dejaba abrazar. Agustín se sentía muy feliz. Hacía mucho no estaba con una mujer y con Lucía se sintió muy cómodo. Además cuando se levantó y la vio desnuda le gustó todavía más. ¡Qué linda que era! Después de un rato de estar tirados en la cama, Lucía le preguntó si era verdad lo de ir al shopping. Él se rio y le dijo que si. Cuando estaban en el auto, Agustín le preguntó si quería merendar y le contestó que sí. Así que encararon para Palermo donde no había posibilidades de encontrarse con nadie conocido. Fueron a un lugar que estaba medio escondido, pero aún así, Lucía no dejó que Agustín le tomara de la mano. No sabía por qué, pero le daba un poco de vergüenza que la vieran con alguien tan mayor. Una vez finalizada la merienda fueron para Distrito Arcos. Cuando entraban a los diferentes lugares Lucía le sugería ropa que le quedaría bien, pero él se negaba a aceptar cualquier tipo de consejo. ¿Para qué quiso que lo acompañara?, se preguntaba ella. Después se pusieron a hablar sobre casamientos. Lucía le contó que quería casarse por iglesia, vestida de blanco y luego tener una celebración en algún salón que estuviera ubicado en algún lugar accesible de la ciudad, ya que no le atraía la idea de una fiesta en una quinta, como solía hacer mucha gente. Él le contó que se casaría, pero no era algo que lo desvelara. No le gustaba ser el centro de atención. Aparte como era judío, a menos que se casara con otra judía con la que pudiera casarse en un templo, solo haría una unión de paz. En ese momento Lucía se dio cuenta de que no solo la edad era una traba entre ellos. Si bien la religión no era un punto excluyente para salir con alguien, debía ser alguien a quien amara mucho como para renunciar a casarse por Iglesia y sobre todo a no bautizar a sus hijos.

A eso de las siete de la tarde, Agustín dejó a Lucía en su casa y le preguntó si la pasaba a buscar para ir al cumpleaños. “No te hagas drama. Voy por mi cuenta. Te veo allá”, le contestó ella. “Dale”, le dijo él y se despidieron con un beso en los labios. Cuando a la noche Lucía llegó al cumpleaños, saludó a todos con un beso en la mejilla, inclusive a Agustín. Él intentó acercarse algunas veces, pero ella siempre se alejaba. “¿Qué te pasa?”, le dijo en un momento. “Se van a dar cuenta todos si te me acercás así”, le dijo. “Ya lo saben todos. No pasa nada”, le contestó él. “¿Cómo que ya lo saben?”, le dijo desesperada. “Si, se los conté el otro día”. Lucía quería matarlo. Cuando empezaron a salir, le pidió que no dijera nada ¡y ahora lo sabían todos! Quiso seguir indagando, pero justo se les acercó otra compañera del grupo. Lucía le clavó una mirada furiosa y pensó que eso no iba a quedar así. Encima, en un momento vio que Agustín se iba a hablar con otro de los chicos del curso al balcón de la casa. “Seguro le está contando todo lo que pasó hoy”, pensó angustiada y se empezó a arrepentir de haber estado con él. Para colmo, hacia el final de la noche, lo vio ponerse a hablar muy cerca con otra que estaba en el cumpleaños, pero no era del grupo. “Cartón lleno. Es hora de irme”, se dijo Lucía y se paró para agarrar sus cosas y saludar. Cuando llegó el turno de Agustín, le volvió a dar un beso en el cachete, pero él no mostró mucho interés y ella se enojó un poco más.  




No hay comentarios.:

Publicar un comentario