Luego
de aquel día, Ezequiel comenzó a cruzarse seguido a aquella chica que le había
sonreído. Cada vez que él subía, ella bajaba por la misma puerta.
Siempre se sonreían tímidamente. “Lástima que nunca me la voy a encontrar como
para hablarle”, se decía. Sin embargo, un día ocurrió el milagro. Un sábado,
Ezequiel había tenido que ir a la oficina a recuperar horas. A eso de las tres
de la tarde salió y se dirigió con hastío hasta la estación para tomarse el
tren y disfrutar de lo que le quedaba del fin de semana. Cuando ya estaba por
llegar a la zona de bancos, la vio a lo lejos. La chica rubia que siempre se
cruzaba estaba ahí, leyendo un libro. Ezequiel frenó su caminata. ¿Qué debía
hacer? ¿Quedaría como un loco si le decía “hola” y se le ponía a hablar?
¿Quedaría como un lento si se sentaba y no le decía absolutamente nada después
de sonreírle todos los días? Pensó un poco. Finalmente siguió caminando y
mientras se sentaba al lado de ella, le dijo: “Pedro Mairal es uno de mis
autores favoritos”. Ella que estaba muy sumergida en su lectura lo miró un poco
descolocada, pero cuando vio quién era sonrió. “Yo este es el primero que leo
de él, pero la verdad es que me está encantando”, contestó. “La Uruguaya es el
mejor que tiene, pero todos valen la pena. Un gusto, me llamo Ezequiel”, le
dijo sonriendo. “Yo soy Belén”, le respondió ella. Se pusieron a charlar y la
siguieron en el tren. Los dos iban hasta la misma estación. No solo había mucha
química, sino que parecía como si se conocieran de toda la vida. Cuando se
bajaron, antes de seguir sus respectivos caminos, se intercambiaron los
celulares y prometieron salir pronto. Antes de concretar la cita, hablaron
todos los días durante prácticamente las 24 hs. Tenían bastantes cosas en común
y por eso podían hablar de cualquier cosa. No paraban de sonreírle a la
pantalla. Finalmente, después de una semana de estar dele que dele tecleando,
Ezequiel la pasó a buscar por la casa y fueron a tomar algo. “No entiendo por
qué te tomás el tren si tenés auto”, le dijo Belén. “Para ir a algunos lados es
mejor dejar el auto en casa. Por ejemplo, a mi me conviene más ir a trabajar en
tren. Me sale más barato y no tengo que estar todo el día pensando si está
bien”. “Si, tenés razón. Aparte viajar en tren está bueno. Te encontrás con
muchos chicos lindos”, le contestó guiñándole el ojo. Durante la cita ambos la
pasaron muy bien y el primer beso no se hizo esperar mucho. Después de ese
encuentro, empezaron a salir seguido y se consolidaron como una pareja. Sin
embargo, luego de algunos meses, cuando la relación comenzó a avanzar más y se
puso más seria, Belén de a poquito empezó a huir, hasta que un día le dijo a
Ezequiel que quería terminar la relación. Él quedó destrozado. No entendía cómo
lo podía estar dejando si se querían tanto. No había otro, de eso estaba
seguro. No obstante, no entendía por qué había decidido alejarse de esa manera.
Se puso mal. Tan mal que ya no parecía él sino un alma en pena que iba por el
mundo arrastrando sus lamentos. Un día, mientras hacía con Mariano su camino
habitual del trabajo a la estación, Mariano lo vio extremadamente mal y le
dijo:
─Che,
nunca te vi así. Parecés un trapo de piso
─No
puedo más, viejo. No paro de pensar ni un segundo. No puedo dormir y tampoco
puedo comer.
─¿Por
Belén?
─Si.
No logro entender que pasó para que haya querido cortar la relación de esa
manera. Encima ahora ni siquiera me la cruzo cuando subimos al tren.
─¿Estás
seguro de que no hay nadie más?
─Si.
Reseguro. Ella me juró y me recontrajuró que no había nadie más. Y yo le creo.
Si hubiera otro me hubiese dado cuenta.
─¿Y
si vas a un brujo? Alguien que te tire las cartas o los buzios. O bueno, si
querés saber qué pasó todavía más en profundidad podés hacerte una sesión de
registros akashicos.
─¿Qué
son los registros akashicos?
─Es
medio largo explicarte qué es, pero a grandes rasgos te puedo decir que con
ellos podés saber sobre tus vidas pasadas. Por ejemplo, podés saber si
compartiste alguna otra vida con Belén y qué paso que hoy en día está
repercutiendo en el presente.
─Me
interesa. Igualmente creo que primero me voy a tirar las cartas para ver que
pasó. Si no me convence o me quedo con dudas, sigo con eso.
─Me
gusta como estás abriendo tu mente. Yo ya te dije: hay que creer en todo.
─Lo
que sea para recuperar a Belu, o aunque sea para sacarme esta angustia que
tengo en el pecho que me está matando. Te digo que no estoy disfrutando para
nada eso que me dijiste de “estallar de amor”.
─No
seas flojito. El amor duele, pero también te da cosas lindas. Ojalá todo eso
pase pronto y te sea leve.
─Cada
vez me sorprende más tu lado sentimental, Marianito. Mejor contame cómo salió
Excursionistas- Atlas, que tus opiniones de fútbol son más divertidas.
─Andá.
Más te vale que no me vengas llorando de nuevo por Belén
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