Ya habían pasado algunos meses, pero a Lucía todavía
le seguía doliendo la ruptura con su novio. Sin embargo, un día se levantó
cansada de llorar y decidió que era hora de empezar a salir con otra gente, así
que decidió aceptar la invitación de Matías, un conocido que hacía un par de
días le había dicho de salir. En la primera cita la pasó muy bien. El pibe era
muy gracioso, su charla era entretenida y besaba bien. Así que cuando la invitó
a salir de nuevo dijo que sí sin pensarlo. Para ese entonces ya era principios
de noviembre y el curso ya estaba por terminar. El viernes que Matías iba a
pasarla a buscar por el instituto, se puso un short colorido y unas sandalias
de taco. También se pintó los labios. Ese día se sentía muy bien consigo misma y
cuando se dio vuelta y vio que Agustín la estaba mirando de una manera
diferente, una sonrisa se le dibujó en la cara. En la semana que siguió, Lucía
soñó que Agustín se prendía fuego. Buscó en Internet qué significaba aquel
sueño. “Es una advertencia que la persona que se está prendiendo fuego puede
llegar a tener una relación tóxica o puede llegar a pasar por un gran
sufrimiento”, decía la página consultada. Dudó en si hablarle o no para
contarle, pero finalmente lo hizo. “Soñé que te prendías fuego”, decía el
mensaje y además le mandó un print de pantalla del significado. “No creo que
eso pase”, le contestó él y desde ese momento no pudieron dejar de hablar más.
Sus charlas ya se habían hecho parte de su rutina diaria.
Una mañana Agustín estaba trabajando en su local,
cuando le llegó una notificación: Lucía lo había agregado a Facebook. No pudo evitar
sonreír. “¿Qué te pasa?”, le preguntó su empleado que lo vio mirando embobado a
la pantalla. “Nada, me agregó una chica que me gusta a Facebook”, le contestó
él y no le dio más detalles. Esa misma noche entró a su perfil y lo recorrió de
punta a punta. Qué linda que era. ¿Qué pasaría si le mandaba un Whatsapp? ¿Qué
pensaría? Para su sorpresa, al día siguiente recibió un mensaje de ella.
Desesperado lo abrió para ver qué decía: “Soñé que te prendías fuego”, leyó y
automáticamente largó una carcajada. Era muy típico de ella soñar cosas raras
y, aunque el sueño no lo beneficiaba mucho, se alegraba de que hubiera soñado
con él. Desde ese día no pararon de hablar y mientras tanto pensaba cómo
invitarla a salir.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario