jueves, 5 de marzo de 2015

Capítulo 1: Vacaciones Prometedoras

Todos tienen sueños. Uno, o muchos. Uno de los míos es escribir algo que trascienda.
Cuando tenía quince años empecé a escribir una novela que nunca pude terminar, tal vez porque uno de los motivos por la cual la empecé se concretó o porque quizás necesitaba vivir más experiencias para continuarla.
La cuestión es que aún hoy, aunque tiene algunas fallas por una cuestión de edad, me parece una linda historia que merece ser compartida y que algún día me gustaría terminar.

Capítulo 1: Vacaciones prometedoras

A medida que el Sol caía entre los médanos, una suave brisa golpeaba la cara de Florencia, quien sentada en la arena ya fría, oía y observaba como como rompían las olas al llegar a la orilla.
Era un escenario perfecto; pero de repente, la paz y la tranquilidad se transformaron en miedo y desesperación.
Florencia se encontraba en el medio del mar luchando con la corriente tratando de no ser succionada por este.

Afortunadamente y por obra de magia un chico cuyo nombre desconocía apareció y la rescató.
Ya en la orilla, las mismas manos que lograron quitarla de esa horrible pesadilla, le daban un extraño libro con una cerradura más extraña aún, pero que coincidía justo con la llave que Florencia llevaba colgada en el cuello desde el momento que la encontró.

Ella y su salvador abrieron el libro pero al querer leerlo las letras comenzaron a mezclarse y todo a su alrededor comenzó a girar sin control.

Florencia despertó sobresaltada y confundida. Cuando por fin logró darse cuenta de que todo era un sueño miró su reloj. Faltaban dos horas para irse de vacaciones.
Estaba tan emocionada, luego de un agitado año lleno de actividades por fin podría descansar y relajarse.
Sin embargo, en su interior sabía que estas no iban a ser unas vacaciones tradicionales sino que iban a estar llenas de aventura.

Hay que aclarar que este sentimiento no surgió de la nada. Una de las fuentes podría encontrarse en la llave que Florencia encontró un año atrás mientras nadaba en el mar y la cual conservó, no sabía bien si porque s su singular forma la hacía un objeto de colección o porque cuando la tocó sintió que debía guardarla porque algo importante pasaría con ella.
Por otro lado, había otra razón que hacía este sentimiento aún más potente, y era la posibilidad de volver a ver a ese chico que también había visto el año anterior.
Si mal no recordaba, era un día de mucho calor, por ese motivo la playa estaba llena a pesar de ser un día nublado.

Fue cuando se largó a llover el momento en que aquel joven de mediana estatura, de pelo castaño oscuro y lleno de rulos dejó de ser uno más entre ese caos de gente para ser la persona a la cual no pudo dejar de mirar un segundo en todo el verano, la persona que le hubiera gustado conocer si no fuera tan tímida, la persona que con una mirada logró producir en Florencia una sensación única, que le encantó y que espera volver a sentirla otra vez.

Pero como ya fue dicho, esta adolescente es demasiado tímida y es  más probable que encuentre la cerradura de la llave a que se anime a hablarle al chico que tanto le gustó.

Igualmente, una pequeña ilusión habita en ella y hora tras hora se hace cada vez más fuerte.

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