Florencia
se despertó temprano y se alegró al ver que era un hermoso día. Se cambió, se
peinó, acompañó a su mamá a hacer unas compras y la ayudó a cocinar el
almuerzo.
A las dos
de la tarde no aguantaba más, se moría de ganas de ver a Francisco, en
consecuencia, pese a que sus padres decían que era demasiado temprano, agarró y
se fue.
Al llegar
vio que Francisco y Galán jugaban con la pelota. Florencia corrió hacia ellos y
se unió al juego.
Luego,
decidieron ir al médano a continuar leyendo la historia del viajero.
26 de
febrero de 1992
Ayer tuve
una noche increíble. Todos los huéspedes de la posada me hicieron una fiesta de
bienvenida en la playa.
Armamos un
gran fogón. Paula cocino una comida típica de
Brasil y Cristian comenzó a tocar los timbales. Nos pusimos todos a
bailar y Natalio cantó una hermosa canción.
Ya avanzada
la noche, cuando nos cansamos de tanto bailar y comer, cada uno contó algo
especial sobre su vida.
Un relato
era más fascinante que el otro. Mientras los escuchaba pensaba como había
desperdiciado mis 25 años de vida.
Cuando
llegó mi turno, lo único de lo que se me ocurrió hablar fue de Sofía.
Cuando la
nombré el vacío que sentía en mi interior se llenó por completo, no podía
evitar sonreir y contar lo maravillosa que era.
Terminado
mi relato les pedí perdón por no haberles contado nada acerca de mí y haberles
hablado todo el tiempo de ella. Pero Cristian, en lenguaje de señas, me dijo
que ella era parte de mi vida. Y tiene razón porque cada momento, persona o
lugar que nos haga feliz o que
simplemente produzca alguna clase de sensación en nuestro ser es parte de
nuestras vidas y si hablas de ellas, hablás de vos.
Finalmente,
la fiesta terminó al amanecer cuando me agarraron y me tiraron al mar para
luego meterse ellos.
A partir de
esa noche, me di cuenta de que todas estas maravillosas personas ya forman
parte de mi vida.
-O sea que
si yo le cuento a alguien sobre vos, estoy hablando de mí, dijo Francisco de
repente.
A Florencia
le empezó a latir el corazón muy fuerte y no sabía que decir, se había quedado
totalmente muda.
-
Estaba
pensando… siguió diciendo Francisco, si hoy a la noche quisieras salir conmigo,
podemos ira a caminar, tomar un helado,
divertirnos un rato.
Florencia no daba más de felicidad.
-
SI
obvio
-
Buenísimo,
te paso a buscar a eso de las 10.
-
Dale,
te espero.
-
Bueno,
me tengo que ir, le prometí a mi papá que lo iba a acompañar a pescar. Nos
vemos.
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