Florencia
toca el mar con la punta de los dedos de los pies. El agua está hermosa. Sin embargo
no quiere meterse enseguida, prefiere mirar un poco más para ver si encuentra a
su “amor” pero no hay rastros. Aunque el hecho la desilusiona un poco decide
seguir en su puesto de observación.
Mientras
tanto…
- - Mirá
Galán, ¡es ella! ¡Está acá! Vos que decís, ¿Voy a hablarle?
Galán entendiendo la duda e indecisión de su
amo solucionó el problema en un instante,aprovechó la distracción de este y
comenzó a correr en dirección de la joven. A darse cuenta de esto, su dueño lo
siguió a pesar de que ya le llevaba una gran ventaja.
Cuando el negro can llegó hasta la muchacha, esta
empezó a acariciarlo y a jugar con él.
Francisco llegó a los pocos minutos y casi sin
respiro dijo: - Perdonáme, se me escapó.
-
No
importa, me encantan los perros. ¿Cómo se llama?
-
Francisco,
pero podés tutearme eh, tengo 17 años nada más. ¿Y vos?
-
Jajaja.
Me llamo Florencia y tengo 15, igual.. yo hablaba del perro.
-
Ahh!
Perdoná. Él se llama Galán, le puse así porque desde que lo tengo todas las
perritas están atrás de él.
-
Mirá
vos. La verdad que sí, es un verdadero Galán.
Florencia y Francisco se quedaron hablando un
buen rato. Se los veía tan contentos, era como un sueño hecho realidad. Ambos
estaban con la persona que deseaban, conversando como si se conocieran de toda
la vida.
Bastaba con ver el modo en que se miraban para
saber que Cupido había pasado por allí.
Los dos adolescentes descubrieron que tenían
muchas cosas en común. Podrían haber estado así toda la vida pero Galán se
volvió a escapar. Como una ráfaga de viento se dirigió hasta la cima de un
pequeño médano.
-
¿Me
acompañás?, le dijo rápidamente Francisco a Florencia. Ella sin decir una sola
palabra lo siguió.
Al llegar junto al cuadrúpedo, se detuvieron
para ver que era el objeto que estaba desenterrando. Finalmente descubrieron
que era una especie de libro.
Francisco intentó abrirlo pero estaba cerrado
con llave.
Florencia que había visto ese libro, pero no se
acordaba donde, tuvo una corazonada e impulsivamente se sacó la llave que tenía
colgada en el cuello.
-
¡Ya
sé cómo se abre!
-
-
¿Cómo que sabés?
-
-
Esto lo soñé el otro día
-
¿Soñaste?
¿No habrás tenido un deja vu?
-
No,
yo soñé con esto, y si no me equivoco, este libraco se abre así.
Metió la llave en la cerradura y esta abrió
como por arte de magia.
-
No
lo puedo creer, ¡sos una genia! Francisco le acarició el brazo y ella no pudo
evitar sonreir y ponerse colorada. Como él lo notó, para no ponerla más
incómoda le dijo:
-
Veamos
qué es, si llegó hasta nosotros debe ser por algo ¿no?
-
Pareciera
un diario íntimo, ¿lo leemos?
-
Si
lo hacemos juntos, con mucho gusto.
Ambos sonrieron y comenzaron a leer.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario